Un adagio tan especial y tan usado entre las personas que realmente a veces da que pensar; si el autor de ello hubiera pasado los tantos sin sabores que suelen pasar los hombres y mujeres que quieren ser amados y tratados como personas-
Es difícil salir airoso de un tornado, de un huracán, de un incendio, de una tormenta de arena, y más aun salir invicto de las relaciones humanas ya que estas siempre están en conflictos entre sí; no se puede negar que cuando los seres humanos nos juntamos y empezamos a conocernos es cuando empezamos con los problemas que ellos traen en sí.
Es por esta causa que quizás el apóstol Pablo aconsejaba que solo debemos mirar lo bueno, afable y bello de las personas así lo recomienda en su epístola FILIPENSES4; 8.
Si solo hiciéramos caso a la palabra, si solo la cuidaramos de poner por obra entre todos nosotros; entre nuestros hermanos y amigos, veríamos un mundo mejor, menos odio, menos rencores, menos matanzas entre los hombres.
Pero es cosa curiosa que a veces nos admiramos de una foto en donde se ven jugando un perro y un gato juntos, no así entre los hermanos que en general terminan mal; es cuestión de tiempo, es cuestión de carácter, eso simplemente porque no aprendemos la sencilla lección del maestro de amarnos como somos, pero siempre el hombre queriendo arreglar a su manera a su forma buscando las simplezas de la vida para poder hacer que el otro se sienta mal.
Siempre fluyen el ser humano ese bichito de la envidia, el que hace que empiecen las contiendas entre hermanos, hermanas, padres e hijos y pareciera que no es así pero lo vemos a diario en el vivir cotidiano y no solo allí afuera si no que dentro del cuerpo de Cristo, aun hasta en los clérigos tanto de allá como de acá, y es una lástima porque estamos a las puertas de la venida del maestro y aun no podemos ver con los ojos del maestro, con el corazón del maestro y con los labios del maestro; siempre tenemos algo que sacarle al prójimo, siempre tenemos algo que saber de malo del otro, siempre tenemos que saber algo trágico y con ello alimentar nuestro ego de saberlo todo, de ser un superhéroe, de ser alguien que tiene la razon,pero es esto lo que enseña las escrituras?
Ojala tuviéramos la fidelidad de nuestro perro la obediencia de él, ojala pudiéramos aprender de un ser creado por Dios de alguien que aun cuando lo desechamos no lo tomamos en cuenta el siempre está contento, siempre está dispuesto a dar amor y ser guardián, una cuestión de fidelidad que debería estar más entre nosotros que en un animal, pero está mas en ellos que en nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario